Qué noche, la de anoche!!
Tumbado aquÃÂ*, sobre mi cama, con el pensamiento fijo en tÃÂ*. Con un enorme deseo de agarrarte y apretarte fuertemente entre mis manos, todavÃÂ*a excitado con el recuerdo de la noche anterior.
En la noche cálida y sofocante, tengo incontenibles ganas de agarrarte y de decirte todo lo que siento. Tu recuerdo me tiene angustiado.
Apareciste... y desapareciste. Todo sucedió en esa noche y en esta cama.
Con fricción, te acercaste a mÃÂ*. Sin mostrar pudor alguno, te pegaste a mi desnudo cuerpo.
No sabÃÂ*a qué hacer. Por fin... me dormÃÂ*.
Hoy, cuando desperté, te busqué desesperadamente. En vano.
No te encontré. Ya no estabas. ¡Te habÃÂ*as ido!
En toda la sábana, habÃÂ*a muestras de lo sucedido la noche anterior.
En mi cuerpo dejaste huellas inolvidables.
Marcas profundas que tardarán mucho tiempo en sanar y que estarán mucho tiempo presente en mÃÂ*. Esta noche me acostaré temprano y te esperaré.
Cuando llegues... no quiero imaginar lo que va a suceder... Me abalanzaré sobre tÃÂ* con la fiereza de un león y rapidez de una cobra. Y ya no te irás. Ya no podrás escapar de mÃÂ*. Te apretujaré hasta sentir la sangre de tu cuerpo.
Sólo asÃÂ* podré descansar: ¡ZANCUDO CONCHETUMADRE!