Ah, que gratos recuerdos tengo de aquel encuentro con aquella hermosa dama. Su gentileza, delicadeza, entrega y distancia profesional me tenÃ*an totalmente absorto. Sus manos se deslizaban suave y firmemente por mi atribulado cuerpo, haciendo sentir un el mas grato de los placeres. AsÃ* continúo ella haciendo su trabajo en silencio, relajándome de tal manera que estuve a punto de caer en los brazos de Morfeo. De pronto, sentÃ* como ella subÃ*a a la estrecha camilla y comenzaba a deslizar su juvenil y casi desnudo cuerpo contra mi espalda. Me deje llevar por ese embriagante placer, sin decir palabra alguna, me abandone al sibarita placer de sentir y dejarse llevar por la situación. De pronto, ella bajo suavemente y susurrándome al oÃ*do, me sugirio que me diera media vuelta. SeguÃ* la instrucción sin reparo alguno. AsÃ* fue como ella comenzó nuevamente la tares de acariciar mi encendido pecho de una manera que solo un ángel puede hacerlo.

Continuara..........