Ayer, trabajando hasta tarde, me tomé un descanso y entré a MSN. Conversaba con una amiga con ventaja que estaba en las mismas que yo… Le dije que si le quedaba poco trabajo, viniera a visitarme.

No sé bien porqué la invité, no tenía un plan claro. Compré una botella de vino y unos quesos. Bebimos, comimos y nos concedimos un par de polvos. Después ella marchó a su casa. Yo concluí mi trabajo, luego fui al cumpleaños de una prima.

En la madrugada y algo embriagado, decido dormir en casa de mi prima, que horas antes me había presentado una amiga muy simpática, con la cual tuvimos sexo.

Sin embargo, lo que motiva este tema, es lo que pienso hoy en la mañana con respecto a los acontecimeintos anteriores... Es lo fastidioso que me resulta el sexo este último tiempo. Es agradable eyacular, tener un orgasmo… Pero lo observo como un fenómeno biológico y mecánico lo que en rigor significa que ya no experimento el paroxismo del sexo. Después del orgasmo me pregunto… ¿Esto es todo?

Mi preocupación por lograr el placer de mis parejas ha significado aprender a controlar mi orgasmo. Puedo decidir si “acabar” en 5 minutos, o estar largo rato “dándole”… Y ese dominio, ahora me resulta patético, estudiado, conciente, como un guión a seguir.

He experimentado varias cosas en el sexo, y en su mayoría han significado orgasmos magistrales las primeras veces, pero con el tiempo me aburren. Y algunas otras variantes del sexo sencillamente no las practicaría, porque van en contra de mis principios… Aunque nunca se sabe hasta donde puede llegar la búsqueda del placer.