Cosas del Barrio

Sacando cuentas, en el barrio me he portaba piola, nadie cacha que trabajo en un Night Club, ya que se supone que atiendo un Pronto Copec de noche y me visto super casual o deportiva y poco producida. Igual soy mala para llevar a mis compañeras a la casa. La dura no me gustaba invitarlas, ya que se les notaba mucho que son “del ambiente”, sobretodo la Negra, quien llegaba cantando y entre saludando a medio mundo, casi ofreciéndose a los vecinos la muy puta. El barrio tampoco es muy fino, pero hay que guardar las apariencias. La otra que tenía el título de topplera escrito en la frente era la Colorina. Esa iba a todos lados con una mini que apenas le tapaba el culo, botas negras hasta la rodilla, totalmente pintarrajeada y mascando chicle con la boca abierta. Que vergüenza… la más dije era la Sasha, que mina tan fina, a ella si daba gusto invitarla. Llegaba como con pinta de Ejecutiva o Asistente Social (claro, experta en atenciones sociales jajajaja, siempre la misma talla en el night).

Vivíamos con mi mamita y mi hijo, ya tenía 6 años mi príncipe. Mi mama lo iba a dejar y buscar todos los días al colegio particular, quedaba un poco lejos pero era muy bueno. Pucha si me sacaba la cresta pasando el poto que valiera la pena no? Lo que si era yo quien asistía a las reuniones. Me encantaba, sobretodo por los papitos ricos que iban a puro jotearnos a la profe nueva y a mi, las mas guapitas de la reunión de apoderados. Era jovencita y bien atractiva la profe, yo cacho que si trabajara en mi rubro sería una bailarina VIP, de esas que no hacen topples y que su privado sale carísimo. Habíamos quedado una vez de salir con la profe y dos apoderados bien wenos (y de plata), pero por problemas de “agenda” no podíamos concretar. Claro, si en las noches mientras ellos podían salir yo estaba cabareteando y ganándome la vida con mis únicas y principales armas que Diosito me había regalado: mi simpatía y mi cuerpo.

Igual esa salida era cacha segura, la carita de calientes que se gastaban los papitos. No se la profe, pero yo igual tampoco andaba tan urgida, sea como sea, el trabajo si algo bueno tenia era liberarme constantemente de mis bajas pasiones. Era cosa de cerrar los ojos y soñar con que tiraba con Usain Bolt o Pablo Macaya, mijitos, claro que al rato la guata del cliente de turno me golpeaba la espalda para interrumpirme la fantasía… Mi mayor miedo, debo reconocerlo, era que alguien del colegio me cachara en que trabajaba realmente, ya que supone que era enfermera en una clínica (de más po, trabajaba sanando califas y enderezando picos jajajaja, otra tallita del Night).

Disculpen si ando un poco ordinaria, es que la mala junta con la Negra y la Colorina me tiene hablando cada día mas “popularschs”. Yo no soy una cuica, pero estas dos si que son poblacionales… la Negra nacida y criada en algún barrio bajo de su natal Medellín, casi amiga de la familia del Pablo Escobar, según ella… y la Colorina, pensar que había nacido en cuna de oro, pero las “circunstancias de la vida” la habían llevado a putear en un patio de camiones y una caleta de pescadores, hasta que llegó al nighT. De ahí su “Gran Diccionario de la Real Academia Cuma”.

Si, mis antecedentes eran intachables podríamos decir en el barrio, pero como siempre hay excepciones, paso a contar mi único affaire con el único vecino que había tirado por plata en el barrio, jurando a muerte y bajo la amenaza de dejarlo como maricón y eyaculador precoz si contaba mi secreto…

Resulta que un día llegué bien tarde ala casa. Después de la pega nos habíamos ido a la casa de la Sasha a compartir un roncito (eso fue antes del polémico gorreo-con-su-marido). Me había ido mal esos días, andaba salada y necesitaba pagar de todo, entre otras cosas el colegio de mi guachito. Ya con varios tragos llegue como pude a la casa. En eso, tipín 7 de la mañana paso por el kiosco donde trabajaba Don Juanito, un viejo como de unos 60 al que le decían a veces “El hermano” ya que se supone era de la iglesia no se cuantito, y estaba a punto de ser pastor. Igual era buena onda Don Juanito, de esos vendedores a la antigua que te fiaba y anotaba en una libretita para que le pagaras a fin de mes. A mi me fiaba la revista Paula (hay que estar a la moda po), y unas tareas escolares para mi campeón.

La cosa es que me nota media curaita, y yo le adivine esa mirada libidinosa que tienen los hombres cuando andan con la maldad… me pregunta como estaba y le digo que mal… empezamos a hablar sobre mis deudas y en una de esas me dice que yo le caía bien y la wea, que me encontraba bonita y que me podría ayudar pero no sabia como. Se estaba dando mil vueltas para lo que ambos sabíamos quería ofrecer, así que la hice cortita y le digo que son 35 lucas por una media hora pero pa callao. El viejo se entusiasmo de una. Pensé que iba a cerrar el el kiosco para irnos a algún motel, pero no, nos metimos a su pequeño negocio y cerró la ventanilla, viejo cagao.

Primera y última vez que atiendo en un kiosco, la wea incómoda. Pucha que me tiraba besos el viejo, no estaba ni ahí con mi aliento a trago, quizás eso le excitaba más, el afilarse a una minita curada o por ser la vecina rica, no se… Le bajo los pantalones y saco el condón de mi cartera… me quiere dar unos besos pero me hago la loca, ya ya aya le digo, si la quería hacer corta, no era luna de miel la wea, así que el viejo me abre la blusa y me pega una chupaita de tetas con sus bigotes de bandolero que me hacían cosquillas en los pezones. Luego se lo plastifico y aplico un mamón cortito, haciendo la media contorsión. Si apenas caía el viejo sentado en ese cuchitril, que parecía minimarket ya que tenia revistas, cigarros, dulces, jugos, bebidas, yo estaba apretujada contra una caja de bebidas y una ruma de diarios “La cuarta” el diario pupularschs. Igual tenía buen porte y grosor el viejo, si hubiéramos estado en una cama lo hubiéramos pasado mas rico, aweonao. En eso golpean la ventanilla para una cajetilla de cigarros, Don Juanito abre y le pasa unos mentolados, luego el vuelto y un “que tenga buenos días”, todo eso mientras se la seguía chupando…. Viejo culiao guiña.

Luego me saco el jeans y me doy vuelta como puedo para que el viejo me manosee un poco, la Chesca ingeniándoselas para darle gusto al cliente wn… por fi me saco el pantalón, seguido del colales y vamos sentándonos encima del kioskero, previa ensalivada de mi Chesquita con los dedos, estaba seca… el viejo se agarraba de mi cintura y culo para no caerse de la banca… Puta el viejo duro, no quería acabar… cuando estaba a punto de, golpeaban la ventanilla y le pedían un diario o un dulce los estudiantes, puta la weá, eso lo desconcentraba, me tenía aburría el viejo de mierda, todo sea por las 35 lucas, en eso le saco unas pastillas Alcas sin que se de cuenta y me las echo a la boca, mientras seguía cabalgando al vejete. Por wn igual le saqué unas galletitas y unos chicles que me guardé en la cartera… miro el celu y llevábamos 20 minutos ya, así que decido terminar el servicio: me retiro de su pene, como que el viejo quiere reclamar, pero adelantándome a la jugada, me agacho para chupársela nuevamente, pero esta vez le saco el plástico, a sangre nomás, y le pego una conferencia con harta saliva… el efecto de las Alcas hace efecto en Don Juanito quien no lo puede creer, ahí estaba su vecina la veinteañera rica, pegándole la mamada de su vida con sabor a menta y sensación de frescura. Siento como el viejo se retuerce de placer y en un dos por tres cacho que va a explotar, así que se la saco de mi boca, y empiezo a pajearlo bien duro, para que el viejo ayacule como nunca, expulsando su leche en polvo a una ruma de diarios “El Mercurio”. El Mercurio miente… y esta moqueado jajaja. Me arreglo y chao, otra misión cumplido de la Chesca.

Ahora, cada vez que paso con mi mama o mi niño, Don Juanito se hace el weón y solo saluda, pero cuando paso sola me regala chicles, cigarros sueltos y pastillas… principalmente pastillas Alcas, por supuesto. Viejo caliente, menos mal que era Pastor.