Hay dos visiones:
1. Si alguien se ofende (y con justa razón), pues entonces se deberían repudiar todo tipo de discriminaciones.
Esto nos lleva al exceso de la ley Mi Cabo.
2. Ser más tolerantes y tomarse las cosas con humor.
Esto también genera extremos, como lo son los idiotas programas de farándula.
De todas maneras, el hecho puntual, revela la no existencia de un criterio único que se aplique con justicia a todos los casos.
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