No se asusten, este tema no trata del abdomen del Cura.
No sabía bien si esto era un tema para noticias. Finalmente resolví que se trata de una fábula viviente, de un dinosaurio en el patio… De una belleza que en estos tiempos solo parece venir de otras culturas, en este caso, de la rigurosidad y cosmovisión oriental.
Resulta que Jiro Ono, año tras año, gana las tres estrellas Michelin, máxima distinción gastronómica. Su restaurante de sushi, Sukiyabashi Jiro, no es más que un local en un subterráneo de metro, con una sencilla pero perfecta barra y diez asientos. Para cenar allí, debes disponer de dos años de espera para una reserva y aproximadamente de $180.000 para pagar. Una de estas medallas se otorga a la consecuencia en el tiempo de los platos (es decir que no cambien), sin embargo Jiro los modifica año a año, lo cuál es un riesgo muy alto. Esto es introducción, podrán encontrar el resto de la noticia en Google, o ver el documental Jiro Dreams of Sushi.
Lo que me ha dejado en éxtasis son ciertas enseñanzas, ciertos detalles valiosos, los sentidos de vida; a los que occidente presta tan poca atención.
Este chef ya anciano, “estudia” a sus comensales y los ordena en su barra, según lo que él decide que potenciará la experiencia gastronómica. Si uno de los sibaritas es zurdo, pues le sirve los bocados al lado derecho del plato, y viceversa… Eso se llama perfección. Va preparando cada pieza de sushi de forma independiente y a su antojo.
Otro misterio, el periodista le pregunta que para qué cambia los platos, si son exquisitos… Jiro le responde algo así como –Señor… ¿Usted cree que yo sería capaz de servirle el mismo plato a una persona, que le serví hace dos años?... Eso sería una falta de respeto con los que nos visitan–. Lo cierto es que nadie sabe como hace para mejorar año a año la calidad de sus platos.
Otra enseñanza de Jiro. Entre sus aprendices estaba su hijo, un día Jiro le dice –Hijo, ya debes hacer tu propio proyecto–. El hijo creó un restaurante muy exitoso, pero masivo. Entonces, el periodista le pregunta. –Señor Jiro, ¿Usted no pensó o tuvo miedo a que su hijo podía fracasar?– El grandioso chef responde –Pero señor, como se le ocurre que voy a pensar eso. Sabe, los hijos deben abandonar la casa, pero para eso deben estar preparados… El verdadero fracaso es volver al hogar de los padres, y para que eso no suceda, el padre debe educar al hijo, darle las herramientas… Los errores debe cometerlos con sus padres, para que cuándo esté afuera, no los repita–
Una vez, un ayudante de cocina que llevaba tres años “lavando platos”, se le acercó al maestro y le dijo que quería hacer tortillas, que sabía como… Jiro le enseño la sencilla receta, y le pidió al ayudante que hiciera una… y otra, y otra durante más de un año… El ayudante decepcionado, le preguntó que hasta cuándo… Jiro le dijo que las personas esperan dos años para comer allí, pagan un precio muy alto… No podemos ofenderlos, sirviéndoles comida que no es perfecta. Hasta que un día, el alumno hizo la tortilla perfecta, y Jiro le dijo: –Esta es la tortilla que quiero, hágala siempre igual–
Haaaaaaaa, cabros, quedé emocionado con el Documental, con la manera distinta y profunda de ver la vida. Lamento haberme extendido, pero no pude evitarlo.
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