Colegas estocadores, a pocos días de terminar este 2013, les pido que hagamos un minuto de silencio por dos musas que nos alegraron al niño durante los últimos meses, pero que al parecer se han marchado para no volver.
La primera, por la muy rica de la Celeste, que tenía unos lindos ojos y que hacía un oral con un juego de lengua, que era una cosa deliciosa e imcomparable. Muy caliente, le gustaba que la montaran y se gemía como si el mundo se fuera a acabar. Me dijo que trabajaría solo hasta diciembre en El Infierno, porque ya había cumplido su misión, que era juntar varios milloncetes para un negocio que iba a poner en Santiago. Por lo visto, muchos logianos cooperaron en la noble causa.
Dejo para el final a la mejor, a la muy exquisita Pascal, que venía desde la tierras sureñas de Osorno a ordeñar... perdón, a hacer una mamadas muy dulces y que se lo tragaba todo al acabar en su boca. Era una potra que te podías montar por varias horas y ella no perdía entusiasmo y apenas mostraba cansancio. Cuando venía a Conce se ponía entre las piernas entre seis y ocho cristianos y a todos los atendía con la misma dulzura y pasión. Supe incluso que estuvo en una partuza con tres machos y estuvo a la altura, dejándolos secos a todos. Tiene una carita de àngel y un cuerpo de diosa. Realmente la voy a extrañar.
Adiós Pascal, adiós Celeste, vuelen alto...
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