La cadencia es un atributo pocas veces valorado. Parece más valioso el tamaño de los atributos, la edad precoz o madura, la utilización de la lengua…
Pero Carmen es principalmente una delicia, cadencia perfecta, “papafritesca ella… si te comes una, te la comes toda”. Yo jamás he realizado un reporte de mujeres de compañía porque nunca había sido buena la experiencia, pero esta vez… Y creo que la única, merece una excepción, por respeto al placer de mi cuerpo y a la excelencia de su faena.
De todo su hermoso cuerpo, lo que más excitación me produjo fueron sus generosas piernas, coronadas con un triángulo sexual divino de labios, carnosidades y aromas hipnotizantes.
De su personalidad, básicamente el compromiso con un buen servicio, planteado con excelente trato y ganas de disfrutar… Disfrutar las cándidas entregas de mis manos y lengua, frenéticas ambas… Respetar mi silencio y timidez… Respetar la edad de mi cuerpo… Respetar mis gustos y mis dimensiones sexuales. Y lo que finalmente me demolió emotiva, sexual y psicológicamente es que al finalizar agradeciera mis caricias dejadas en la arena de lucha.
La cama, húmeda con mi transpiración y la de ella, perduraron tanto tiempo que aun puedo sentir la tensión de la hora pactada. Carmen es una mujer que me gustaría tener de amante (no en el sentido de segunda relación), con la cual me gustaría experimentar tanto sexo como fuera posible, antes de llegar a la perfección del orgasmo, antes de llegar al día siguiente que después de tanto sexo, tu orina se dispara a cualquier punto perdido, producto del desgaste muscular.
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