Ayer cansado de santiago centro, de insolación a la hora de almuerzo y el puto calor de la oficina, comprendí que efectivamente “si quieres que algo termine, antes debes hacerlo crecer” (tao-shilenizado). Entonces a velocidad de crucero, la máxima que se puede obtener en un día hábil de enero, …me dirigí rumbo a la calle donde se miran las flores, pago, entro y me entrego a las “fuerzas de la expansión y la contracción”
Primero derecho al Torito, con unos 60ª C. Ojo, no se trata de aguantar a lo macho ejerciendo resistencia, seguro que así no se aguanta ni un par de minutos, hay que dejarse llevar con paciencia, … después de 15 minuto salgo a encontrar una cascada de agua fría, una ducha de más de dos pulgadas que masajea mi espalda y expulsa los malos espíritus, … luego vuelo al turco; … luego vuelvo a la ducha; …. y así sucesivamente hasta que la “mala onda”, el calor y las contracciones habían desaparecido.
Luego, después de recuperar el espíritu, y con renovadas ganas voy en busca del café sin nombre, que si tiene nombre (para los que le conocen) y busque a la flaquita Andrea para “servirnos un par de bibias”. No tiene los mismos atributos que la “la perfida J.”, pero entrega una muy grata compañía…..
Lo malo: casi se me resbala la nutria bailando “chic to chic” junto a la niña, por lo que termino llorando de verguenza, aún cuando ella acogió sus lagrimas…
Después santiasco parecía una lejana postal.
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