Un capitán del ejército británico recibe a tres nuevos enfermos en un hospital militar.
- Buenos días, soldado. ¿Qué mal le aqueja?
- Hemorroides, señor.
- ¿Y usted sabe cual es el tratamiento para las hemorroides en el glorioso ejercito británico?
- Si, señor, consiste en usar el cepillo de púas de acero tres veces al día, señor.
- ¿Y cuál es su más ferviente deseo?
- Recuperarme de mis hemorroides para poder continuar luchando por la patria, señor.
Entonces el capitán se dirige al segundo soldado.
- Soldado, ¿qué mal le aqueja?
- Sífilis, señor.
- ¿Y usted sabe cuál es el tratamiento para la sífilis en el glorioso ejército británico?
- Si, señor, consiste en usar el cepillo de púas de acero tres veces al día, señor.
- ¿Y cuál es su más ferviente deseo?
- Recuperarme de mi sífilis para poder continuar luchando por la patria, señor.
El capitan se dirige al tercer soldado:
- Soldado, ¿qué mal le aqueja?
- Laringitis (con voz quejumbrosa y apenas audible)
- ¿Y usted sabe cuál es el tratamiento para la laringitis en el glorioso ejército británico?
- Si, señor, (con voz hecha polvo), consiste en usar el cepillo de púas de acero (tose) tres veces al día, señor.
(Acaba la frase con evidentes signos de dolor en la garganta)
- Bien, dada la obvia dificultad que experimenta al hablar, asumiré que su más profundo deseo es recuperarse de su laringitis para poder continuar luchando por la patria.
- No señor, preferiría (carraspea) ser el primero en usar el cepillo cada día, señor.