Por la misma razón arriba expuesta, son muy excepcionales los casos de parejas que logran recomponerse de buena manera, en los casos que ha existido infidelidad.

A veces molesta menos tener un(una) amante que tomar el toro por las astas y reconocer y asumir que la relación oficial está prácticamente terminada, con todas las consecuencias que ello implica (separaciones, abandono del hogar común, alejamiento de los hijos, llantos, tristeza, depresión del gorreado(a), etc)

Sin embargo, todo termina sabiéndose y cayendo por su propio peso, no se puede tapar el sol con un dedo y la existencia de amantes o patas negras, no es la causa, sino que el efecto de una relación que va en franca decadencia. Sin duda lo mejor es ir siempre con la verdad, pero no es fácil, para ello hay que ser valiente y estar dispuesto a asumir todas las consecuencias ingratas del fin de una relación.

...es lo que creo.