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				Perdurito Administrador
			
			
				    
 
					
					
						
					- Poder de reputación
- 31
 
 
			
				
				
				
					 Gonzalo Rojas... Gonzalo Rojas...
					
						
							El poeta chileno más relevante con vida, junto a Don Nica. Verdadera estrella de la primera división de la poesía mundial.
 
 Premio Nacional de Poesía, Premio Reina Sofia, Premio Cervantes, entre otros.
 
 UN hombre simple, silvestre y tremendamente iluminado.
 
 Yo, menos que el último pelo de la cola de su perro más despreciable, desde esta humilde trinchera le dedico sus propias letras
 
 Contra la Muerte
 
 Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
 No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
 Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
 a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
 a diestra y siniestra con tal de prosperar en mi negocio.
 
 No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
 en mitad de la calle y hacia todos los vientos:
 la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
 con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo.
 
 ¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas
 a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos
 con volar más allá del infinito
 si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir
 fuera del tiempo oscuro?
 
 Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
 Pero respiro, y como, y hasta duermo
 pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme
 de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.
 
 No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser,
 pero no puedo ver cajones y cajones
 pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto
 llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver
 todavía caliente la sangre en los cajones.
 
 Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro
 la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento
 de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil,
 porque yo mismo soy una cabeza inútil
 lista para cortar, pero no entender qué es eso
 de esperar otro mundo de este mundo.
 
 Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río
 de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
 que me devora, el hambre de vivir como el sol
 en la gracia del aire, eternamente.
 
 
 El Fornicio
 
 Te besara en la punta de las pestañas y en los pezones, te turbulentamente besara,
 mi vergonzosa, en esos muslos
 de individua blanca, tocara esos pies
 para otro vuelo más aire que ese aire
 felino de tu fragancia, te dijera española
 mía, francesa mía, inglesa, ragazza,
 nórdica boreal, espuma
 de la diáspora del Génesis, ¿qué más
 te dijera por dentro?
 ¿griega,
 mi egipcia, romana
 por el mármol?
 ¿fenicia,
 cartaginesa, o loca, locamente andaluza
 en el arco de morir
 con todos los pétalos abiertos,
 tensa
 la cítara de Dios, en la danza
 del fornicio?
 
 Te oyera aullar,
 te fuera mordiendo hasta las últimas
 amapolas, mi posesa, te todavía
 enloqueciera allí, en el frescor
 ciego, te nadara
 en la inmensidad
 insaciable de la lascivia,
 riera
 frenético el frenesí con tus dientes, me
 arrebatara el opio de tu piel hasta lo ebúrneo
 de otra pureza, oyera cantar a las esferas
 estallantes como Pitágoras, te
 lamiera,
 te olfateara como el león
 a su leona,
 parara el sol,
 fálicamente mía,
 ¡te amara!
 
 
 La Loba
 
 Unos meses la sangre se vistió con tu hermosa
 figura de muchacha, con tu pelo
 torrencial, y el sonido
 de tu risa unos meses me hizo llorar las ásperas espinas
 de la tristeza. El mundo
 se me empezó a morir como un niño en la noche,
 y yo mismo era un niño con mis años a cuestas por las calles, un ángel
 ciego, terrestre, oscuro,
 con mi pecado adentro, con tu belleza cruel, y la justicia
 sacándome los ojos por haberte mirado.
 
 Y tú volabas libre, con tu peso ligero sobre el mar, oh mi diosa,
 segura, perfumada,
 porque no eras culpable de haber nacido hermosa, y la alegría
 salía por tu boca como vertiente pura
 de marfil, y bailabas
 con tus pasos felices de loba, y en el vértigo
 del día, otra muchacha
 que salía de ti, como otra maravilla
 de lo maravilloso, me escribía una carta profundamente triste,
 porque estábamos lejos, y decías
 que me amabas.
 
 Pero los meses vuelan como vuelan los días, como vuelan
 en un vuelo sin fin las tempestades,
 pues nadie sabe nada de nada, y es confuso
 todo lo que elegimos hasta que nos quedamos
 solos, definitivos, completamente solos.
 
 Quédate ahí, muchacha. Párate ahí, en el giro
 del baile, como entonces, cuando te vi venir, mi rara estrella.
 Quiero seguirte viendo muchos años, venir
 impalpable, profunda,
 girante, así, perfecta, con tu negro vestido
 y tu pañuelo verde, y esa cintura, amor,
 y esa cintura.
 
 Quédate ahí. Tal vez te conviertas en aire
 o en luz, pero te digo que subirás con éste y no con otro:
 con éste que ahora te habla de vivir para siempre
 tú subirás al sol, tú volverás
 con él y no con otro, una tarde de junio,
 cada trescientos años, a la orilla del mar,
 eterna, eternamente con él y no con otro.
 
 
 Las Hermosas
 
 Eléctricas, desnudas en el mármol ardiente que pasa de la piel a los vestidos,
 turgentes, desafiantes, rápida la marea,
 pisan el mundo, pisan la estrella de la suerte con sus finos tacones
 y germinan, germinan como plantas silvestres en la calle,
 y echan su aroma duro verdemente.
 
 Cálidas impalpables del verano que zumba carnicero. Ni rosas
 ni arcángeles: muchachas del país, adivinas
 del hombre, y algo más que el calor centelleante,
 algo más, algo más que estas ramas flexibles
 que saben lo que saben como sabe la tierra.
 
 Tan livianas, tan hondas, tan certeras las suaves. Cacería
 de ojos azules y otras llamaradas urgentes en el baile
 de las calles veloces. Hembras, hembras
 en el oleaje ronco donde echamos las redes de los cinco sentidos
 para sacar apenas el beso de la espuma.
 
 
 
 
				
				
				
					
				
				
					Atentamente
 
Rz
 
 
 
 
 
 
 
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				Aprendíz
			
			
				    
 
					
					
						
					- Poder de reputación
- 0
 
					    
				 
 
			
				
				
				
					  
					
						
							Rodrigo,   gracias por recordar las palabras de uno de los grandes de Chile... Olvidado, no valorado por su s conciudadanos...  
 
 Cuantos libros tenemos en casa, cuanto leemos???  Chile pais de poeta...  Chile pais de pobreza intelectual..
 
 
 
 
 
 
 
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				Santero
			
			
				    
 
					
					
						
					- Poder de reputación
- 16
 
					    
				 
 
			
				
				
				
					  
					
						
							El sol y la muerte
 
 Como el ciego que llora contra un sol implacable,
 me obstino en ver la luz por mis ojos vacíos,
 quemados para siempre.
 
 ¿De qué me sirve el rayo
 que escribe por mi mano? ¿De qué el fuego,
 si he perdido mis ojos?
 
 ¿De qué me sirve el mundo?
 
 ¿De qué me sirve el cuerpo que me obliga a comer,
 y a dormir, y a gozar, si todo se reduce
 a palpar los placeres en la sombra,
 a morder en los pechos y en los labios
 las formas de la muerte?
 
 Me parieron dos vientres distintos, fui arrojado
 al mundo por dos madres, y en dos fui concebido,
 y fue doble el misterio, pero uno solo el fruto
 de aquel monstruoso parto.
 
 Hay dos lenguas adentro de mi boca,
 hay dos cabezas dentro de mi cráneo:
 dos hombres en mi cuerpo sin cesar se devoran,
 dos esqueletos luchan por ser una columna.
 
 No tengo otra palabra que mi boca
 para hablar de mí mismo,
 mi lengua tartamuda
 que nombra la mitad de mis visiones
 bajo la lucidez
 de mi propia tortura, como el ciego que llora
 contra un sol implacable.
 
 
 
 
				
				
				
				
					 Santero... Ex marine... Vividor Santero... Ex marine... Vividor
 
 
 
 
 
 
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
		
		
		
		
			
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