El sexo es divertido, pero nunca un juguete.

En el foro cafetero comentaba que invité a almorzar a mi casita a una cafeterita (rica ella), lo escribía como “relleno” para relatar mi mala experiencia en un localcito nuevo de mala vida y peor café.

La cosa es que yo no esperaba sexo ni nada cercano a eso de tal invitación gastronómica, pero ella “quería que yo deseara tener sexo”… Es decir, le hacia gracia la idea segura que tenía de mis intenciones y cuando se dio cuenta que yo solo quería compartir, se puso yegüa.

Cuento corto: discutimos, luego nos pusimos en la buena y cada uno “pa su casa”. La volví a ver ayer y “me hizo la desconocida”.

Me llama la atención la perturbadora libertad que tenemos para ejercer nuestra sexualidad, pero cuándo se nos escapa de las manos, somos seres incontrolables… Es mi opinión.