Ese exquisito placer de tener sexo con un@ y con otr@...
La incomparable sensación de probar y registrar en la mente las sutiles diferencias de sabor en la piel, fluidos, sangre…
Esa curiosidad pueril por oler aquellas leves variantes cítricas y dulces de la piel…
Ese deseo incontenible de registrar visualmente los cambios cromáticos del tegumento en senos, pezones, vaginas, anos, pies, bocas…
La satisfacción y orgullosa sensación de distinguir las invisibles diferencias del orgasmo de una y de otra pareja… Y además perfeccionarse en el logro del orgasmo vaginal, anal y sensorial de tu pareja…
Sin duda, una de las cosas más gratificantes del sexo, es la variedad.
Ufffff… No puedo ocultar mi excitación al escribir estas palabras.
Y cuándo logras encontrar la contraparte ideal para tu vagina o pene (léase pareja, para los menos vivos), empieza a funcionar la curiosidad innata… Pruebas como provocarle el mejor orgasmo de la vida a tu pareja... eso es aun mejor que el orgasmo propio.
Luego intentas erotizarla mediante la más sutil caricia, aplicada en un lugar inimaginable… Es decir, empiezas a hacerte experto amante de una sola persona, sea o no sea para siempre.
El sexo anal… Otra pasión de muchos. Penetrar ese pequeño tesoro, joya que solo brilla cuándo la previa ha sido intensa y gratificante para ambos. En este punto seré rancio: Me encanta que las primeras veces no hayan sorpresas desagradables, pero no puedo negar la satisfacción que me provoca cuando he conseguido llegar tan profundo, que incluso saco un poco de caquita.
Además, me encanta observar algunos segundos, lo dilatado del ano luego de retirar mi pene.
Pero sin duda, un manjar que todo ser humano debe probar, es discutir fuertemente con la pareja (ya sea eventual o de hace tiempo), y luego condenarse ambos al martirio sexual… Sin duda la más noble y decisiva pelea.
Bueno, por el momento eso, para nombrar algunas delicias del variopinto menú sexual.
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